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La Kenosis Guadalupana

  • diocesisgp
  • hace 2 días
  • 2 Min. de lectura

Por el Padre Refugio Ochoa


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En teología, cuando estudiamos cristología analizamos un concepto griego: Kenosis, que traducida al español es abajamiento. Afirmamos que el Verbo eterno bajó, se hizo uno de nosotros. Pero no solo eso; este concepto conlleva un despojamiento de la gloria divina. La segunda persona de la Trinidad deja la omnipotencia del cielo para vivir con límites y humildad. La Kenosis es un concepto que la Iglesia debería experimentar, una Iglesia humilde fiel a la encomienda de su maestro.


A propósito de la Kenosis del Señor, ayer, rezando el rosario volví a escuchar dos cantos guadalupanos que me hicieron reflexionar en esto:


1. Desde el cielo una hermosa mañana, la Guadalupana bajó al Tepeyac...


1. Del cielo bajó, triunfante y ufana, a favorecernos la Guadalupana...


Bajó al Tepeyac, bajó a favorecernos. Siendo la primera redimida, la perfecta disculpa de su Hijo, deja el cielo y viene a nuestro pueblo, y se queda con nosotros. Bajo en forma humilde, bajo para comunicar un mensaje que la Iglesia guarda con gozo en el Nican Mopohua, el texto oficial de las apariciones. Creo que la Kenosis Guadalupana tiene tres aspectos muy concretos:


Kenosis Maternal: dice ella en el Nican Mopohua: ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? Todos los mexicanos nos acercamos a ella con ese sentimiento de hijos, a veces agradecidos, a veces lastimados, a veces con problemas o esperanzas. Y sabemos que ella sabe cobijarnos en cada momento.


Kenosis Evangelizadora: dice también la Virgen en el Nican Mopohua: en la casita sagrada que me han de construir, ahí lo mostraré, lo glorificaré. Se refiere a su Hijo. Ella nos lleva al Señor con una pedagogía de ternura, confianza y paz. Verla a ella es ver a su Hijo. Con su humildad plasmada en la tilma nos evangeliza.


Kenosis Eclesial: en el Nican Mopohua pide una casita donde puedan reunirse todos como hijos en torno a la Madre. Ella construye Iglesia, crea comunidad, hace posible la sinodalidad.


Ojalá que también nosotros experimentemos en nuestras vidas la Kenosis, la humildad, el abajamiento. Así veremos el rostro feliz y cercano de nuestra Madre, Santa María de Guadalupe.

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