Eucaristía en acción de gracias por los 30 Años de sacerdocio del Señor Obispo Jorge Estrada Solórzano
- diocesisgp
- 2 jun
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Acontecer diocesano, 2 de junio de 2025.- Este lunes, la comunidad diocesana se congregó con profundo gozo en la Santa Iglesia Catedral para celebrar la Eucaristía en acción de gracias por el 30° aniversario de ordenación sacerdotal de Su Excelencia Mons. Jorge Estrada Solórzano, Obispo de Gómez Palacio.
La Santa Misa fue presidida por el mismo señor Obispo, quien al iniciar expresó su agradecimiento a todos los presentes: fieles laicos, sacerdotes y los obispos que lo acompañaron en esta significativa celebración, Mons. Luis Martín Barraza, Obispo de Torreón, y Mons. Faustino Armendáriz, Arzobispo de Durango.
La homilía estuvo a cargo del padre Javier Salazar, compañero de ordenación del señor Obispo, quien ofreció una profunda reflexión a partir del Evangelio de san Juan:“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí no pueden hacer nada” (Jn 15,5).
“El escuchar estas palabras —dijo el P. Javier— llena mi corazón de emoción, recordando que hace exactamente 30 años, Dios nos concedió el don del sacerdocio ministerial a ocho jóvenes que, con un corazón inquieto y el deseo de transformar el mundo con la Buena Nueva, le dijimos ‘sí’ al Señor”.
Durante su predicación, el padre Salazar subrayó la centralidad de permanecer unidos a Cristo para que nuestras obras lleven fruto. “En la vida sacerdotal todo es gracia, es don suyo y de su amor. Un don que no es para nosotros, sino para la Iglesia”, afirmó.
También compartió un emotivo recuerdo de los ocho sacerdotes ordenados aquel 2 de junio de 1995: Mons. Jorge Estrada Solórzano, Eduardo Paredes, Hugo Valdemar, Juan García, Martín Flores, Mauro Araiza, Pedro Lascuraín y él mismo. Aunque algunos no estuvieron presentes físicamente, dijo, los une la oración y el agradecimiento a Dios por el camino recorrido.
“El sacerdocio —añadió— no es recompensa ni mérito, sino una llamada por pura misericordia. Muchas veces me he preguntado: ¿Por qué, Señor, me llamaste a mí con tantas limitaciones? Y no puedo sino caer de rodillas al sentirme amado más allá de lo que comprendo”.
Finalizó su homilía invitando a la comunidad a orar siempre por sus sacerdotes y por nuevas vocaciones: “Pidamos al Señor que nos conceda ser testigos fieles de su amor y su misericordia. Que nunca falten los pastores santos y sabios que necesita nuestra Iglesia”.
Con profunda gratitud a Dios y en comunión con toda la diócesis, nos unimos al gozo de nuestro Obispo, y damos gracias por su entrega generosa a lo largo de estas tres décadas de ministerio sacerdotal.





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