Mons. Enrique Díaz Díaz clama por justicia y paz en el funeral de los 8 jóvenes víctimas de la violencia en Salamanca, Guanajuato
- diocesisgp
- 19 mar
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Acontecer eclesial, 19 de marzo, 2025. — En un emotivo y conmovedor funeral, Mons. Enrique Díaz Díaz, obispo de la Diócesis de Irapuato, presidió la ceremonia en honor a los ocho jóvenes que perdieron la vida en un reciente ataque armado en Salamanca, Guanajuato. Durante su homilía, el obispo abordó el dolor, la injusticia y la búsqueda de paz en medio de la violencia que azota a la región y al país.
Ante una comunidad consternada, Mons. Díaz expresó el desgarrador sentimiento que embarga a las familias y a la sociedad ante la pérdida de vidas tan jóvenes: “Hay ocasiones en que quisiéramos gritar al Señor pidiendo explicaciones ante la vida, el dolor y el sufrimiento. ¿Por qué la muerte de un joven? ¿Por qué la muerte de un niño? ¿Por qué el crimen, la violencia? ¿Por qué hoy, en el que deberíamos de tener fiesta, estamos llenos de dolor y luto?”. Estas preguntas, que resonaron en el silencio del lugar, reflejaron la angustia colectiva ante la tragedia.
El obispo recordó cómo, en medio del dolor, la fe ofrece consuelo y esperanza: “Solo en el silencio de San José comprendemos que el camino del Señor tiene sentido y que con él vamos a tener vida plena”. Hizo hincapié en que, aunque la muerte física parece tener la última palabra, la vida en Cristo trasciende toda oscuridad: “Estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos, porque Cristo está vivo, porque nuestros jóvenes están vivos, ellos viven, pues el que tiene a Cristo está vivo, el que ama no permanece en la muerte”.
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia fue cuando Mons. Díaz invitó a los presentes a gritar “¡Vive!” al escuchar el nombre de cada uno de los jóvenes fallecidos. “¡Nuestros jóvenes viven! Ellos viven en nuestra fe y en la seguridad de que Cristo vive”, afirmó, recordando que la esperanza cristiana se basa en la resurrección y en la vida eterna.
En su mensaje, el obispo también hizo un llamado a no guardar odio en el corazón, pero sí a exigir justicia: “Clamamos justicia, gritamos que cada vida debe ser protegida. Hay un dolor, pero también hay que seguir luchando por la paz. ¡No podemos resignarnos a la injusticia! ¡No podemos acostumbrarnos a la violencia, ni en la familia, ni en la comunidad, ni entre los países!”. Subrayó que la paz no es solo la ausencia de violencia, sino la presencia de justicia y amor.
Mons. Díaz recordó que “en Cristo está nuestra paz” y que, aunque el dolor por la pérdida de los inocentes es profundo, la fe ofrece un consuelo que trasciende el entendimiento humano. “Hoy pedimos justicia. Hoy gritamos nunca más”, expresó, al tiempo que compartió que han llegado mensajes de solidaridad de diversas diócesis de México, las cuales piden que este crimen no quede en el anonimato.
Finalmente, el obispo hizo un llamado a los responsables de la violencia a la conversión: “Por ellos hacemos también oración”, dijo, recordando que el perdón y la oración por los que hacen el mal son parte esencial del mensaje cristiano, pero sin dejar de exigir un alto a la impunidad y a la violencia.
El funeral se convirtió en un espacio de duelo, pero también de esperanza y resistencia ante la creciente ola de violencia que afecta a México. La comunidad de Salamanca, junto con las familias de las víctimas, clama por justicia y por un futuro donde la paz sea posible.
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